Paciente de
57 años que tiene dos úlceras profundas con secreción purulenta, olor fétido y
zonas de tejido necrosado. Esta paciente estuvo internada por una
descompensación. Al ingresar determinan que es diabética tipo 1 y no estaba
medicada con insulina. Logran estabilizarla y regresa a su casa. Lugo de unos
meses se le obstruye una arteria en su pierna derecha, la cual requiere una
cirugía. Luego de varios tratamientos para una infección que se desarrolló en
dicha pierna, todos ineficaces, se le realiza una amputación hasta su tobillo,
no dando resultado, proceden a otra amputación por encima de la rodilla,
logrando erradicar la infección. Regresa a su casa y en los días posteriores el
gato le rasguña provocándole dos lesiones en su pie izquierdo, las cuales en un
primer momento no eran de preocupar. Con el pasar de los días se convierten en
úlceras. Una está ubicada en la parte superior del arco longitudinal del pie y
la otra en la zona talar; las dos en la parte interna con respecto al eje
medial del cuerpo. Cuando la visito por primera
vez realizo una debridación con bisturí y humedeciendo con agua norte. Apliqué
un campo bipolar con taikis rodeando la lesión.
Le indico
aplicarse agua norte en cada curación que se realice, éstas indicadas por el
médico con la aplicación de una crema con antibióticos.
Debido a la gravedad de la paciente y el
antecedente de amputación de su otra pierna, utilizo a los imanes como
tratamiento paralelo al indicado por el médico, sin interferir en sus
indicaciones.
2° visita:
en una semana, realizo el mismo procedimiento anterior, limpiando la lesión.
No noto una
mejoría aún. Pero, desapareció el olor fétido.
3° visita:
en una semana, el tejido purulento va desapareciendo, tiene tejido de
granulación, se la nota más irrigada.
4° visita:
Cambio los campos por unos nuevos con el mismo sistema bipolar.
5° visita
luego de una semana: armo el campo sobre una gasa, formando una cuadrilla
bipolar con imanes taikis, de manera que no se le despeguen por la crema que se
aplica, y además al estar tan sensible la piel circundante evitamos el uso de
cinta. La lesión empieza a responder con la presencia de nuevos bordes, zonas
vascularizadas y una leve disminución de sus medidas.
6° visita
después de quince días: sigue una evolución favorable.
7° visita
después de dos semanas, la paciente me dice que hace tres días no usa los
imanes porque los había perdido. Es evidente como cambió la lesión resurgió
tejido purulento.
Se los
vuelvo a colocar nuevamente y regreso en una semana.
8° visita:
el tejido desapareció nuevamente, gran parte de la úlcera tiene tejido de
granulación y las dimensiones han reducido notablemente.
Transcurrido 5 meses de tratamiento local con
los imanes, la profundidad de la úlcera más grande, la que estaba sobre el arco
longitudinal se ha reducido a más de la mitad y sus medidas son menores. La otra lesión se
redujo a la mitad en centímetros y en profundidad.
Después de
6 meses desde mi primera visita me comunica que el médico se asombra de la evolución y suspende los antibióticos en
crema e indica aplicar glucosa.
El
tratamiento con imanes logró regenerar tejidos evitando la presencia de agentes
infecciosos gracias a su propiedad antiséptica.
Sin olvidarme de que empecé como apoyo al
tratamiento convencional médico, le doy todos los méritos del resultado
obtenido al protocolo utilizado con imanes, ya que lo comprobé cuando la
paciente dejo de colocárselos por unos días y retrocedimos en el estado de la
lesión, aun colocándo los medicamentos recetados.
Caso resuelto por Sabrina Rossi, Terapeuta en
Biomagnética Sistema AzulCamet