jueves, 12 de marzo de 2015

TRATAMIENTO ULCERAS EN PIE DIABÉTICO

Paciente de 57 años que tiene dos úlceras profundas con secreción purulenta, olor fétido y zonas de tejido necrosado. Esta paciente estuvo internada por una descompensación. Al ingresar determinan que es diabética tipo 1 y no estaba medicada con insulina. Logran estabilizarla y regresa a su casa. Lugo de unos meses se le obstruye una arteria en su pierna derecha, la cual requiere una cirugía. Luego de varios tratamientos para una infección que se desarrolló en dicha pierna, todos ineficaces, se le realiza una amputación hasta su tobillo, no dando resultado, proceden a otra amputación por encima de la rodilla, logrando erradicar la infección. Regresa a su casa y en los días posteriores el gato le rasguña provocándole dos lesiones en su pie izquierdo, las cuales en un primer momento no eran de preocupar. Con el pasar de los días se convierten en úlceras. Una está ubicada en la parte superior del arco longitudinal del pie y la otra en la zona talar; las dos en la parte interna con respecto al eje medial del cuerpo. Cuando la visito por primera vez realizo una debridación con bisturí y humedeciendo con agua norte. Apliqué un campo bipolar con taikis rodeando la lesión.
Le indico aplicarse agua norte en cada curación que se realice, éstas indicadas por el médico con la aplicación de una crema con antibióticos.

Debido a la gravedad de la paciente y el antecedente de amputación de su otra pierna, utilizo a los imanes como tratamiento paralelo al indicado por el médico, sin interferir en sus indicaciones.
2° visita: en una semana, realizo el mismo procedimiento anterior, limpiando la lesión.
No noto una mejoría aún. Pero, desapareció el olor fétido.
3° visita: en una semana, el tejido purulento va desapareciendo, tiene tejido de granulación, se la nota más irrigada.
4° visita: Cambio los campos por unos nuevos con el mismo sistema bipolar.
5° visita luego de una semana: armo el campo sobre una gasa, formando una cuadrilla bipolar con imanes taikis, de manera que no se le despeguen por la crema que se aplica, y además al estar tan sensible la piel circundante evitamos el uso de cinta. La lesión empieza a responder con la presencia de nuevos bordes, zonas vascularizadas y una leve disminución de sus medidas.
6° visita después de quince días: sigue una evolución favorable.
7° visita después de dos semanas, la paciente me dice que hace tres días no usa los imanes porque los había perdido. Es evidente como cambió la lesión resurgió tejido purulento.
Se los vuelvo a colocar nuevamente y regreso en una semana.
8° visita: el tejido desapareció nuevamente, gran parte de la úlcera tiene tejido de granulación y las dimensiones han reducido notablemente.
Transcurrido 5 meses de tratamiento local con los imanes, la profundidad de la úlcera más grande, la que estaba sobre el arco longitudinal se ha reducido a más de la mitad y sus medidas son menores. La otra lesión se redujo a la mitad en centímetros y en profundidad.
Después de 6 meses desde mi primera visita me comunica que el médico se asombra de la evolución y suspende los antibióticos en crema e indica aplicar glucosa.
El tratamiento con imanes logró regenerar tejidos evitando la presencia de agentes infecciosos gracias a su propiedad antiséptica.
Sin olvidarme de que empecé como apoyo al tratamiento convencional médico, le doy todos los méritos del resultado obtenido al protocolo utilizado con imanes, ya que lo comprobé cuando la paciente dejo de colocárselos por unos días y retrocedimos en el estado de la lesión, aun colocándo los medicamentos recetados.
Caso resuelto por Sabrina Rossi, Terapeuta en Biomagnética Sistema AzulCamet